¿Qué es Libra? Facebook entra en el juego

Puntos clave
• Libra fue concebida como una stablecoin para facilitar pagos internacionales de bajo costo.
• La Asociación Libra, con sede en Suiza, administraba una blockchain con permisos para validar transacciones.
• La ambición de inclusión financiera de Libra generó preocupaciones sobre el control de datos y la regulación.
• Aunque fracasó, Libra impulsó el interés en las stablecoins y el debate sobre monedas digitales emitidas por bancos centrales.
La convergencia entre las redes sociales y la tecnología blockchain alcanzó un punto de inflexión cuando Facebook presentó su propia criptomoneda: Libra. La entrada del gigante de las redes sociales en el mundo de los activos digitales desató intensos debates sobre su impacto en las finanzas globales, la regulación y la adopción masiva de las criptomonedas.
Libra: la apuesta de Facebook por una moneda digital global
Libra fue concebida como una stablecoin basada en blockchain, pensada para ser una moneda digital accesible a nivel mundial, superando las barreras del sistema financiero tradicional. A diferencia de muchas criptomonedas volátiles, Libra fue diseñada con un enfoque claro: ofrecer estabilidad de precio y facilidad de uso, permitiendo transferencias y pagos internacionales con comisiones mínimas para miles de millones de usuarios.
El objetivo era ambicioso: crear un sistema de pagos global que sirviera tanto a quienes ya tienen acceso a servicios financieros como a quienes están fuera del sistema bancario, aprovechando la enorme base de usuarios y la infraestructura tecnológica de Facebook. Con más de 2.800 millones de usuarios activos, el potencial para lograr una adopción masiva era inédito, especialmente en regiones donde el acceso a servicios bancarios sigue siendo limitado [Prosegur: De Libra a Diem].
¿Cómo iba a funcionar Libra?
En el corazón del proyecto se encontraba una blockchain con permisos, administrada por una organización independiente sin ánimo de lucro llamada Asociación Libra (posteriormente renombrada como Asociación Diem), con sede en Suiza. A diferencia de redes completamente descentralizadas como Bitcoin, solo los miembros autorizados podían validar transacciones y actualizar el libro contable.
El valor de Libra estaría respaldado por una cesta de monedas fuertes y bonos gubernamentales estables, lo que buscaba minimizar la volatilidad característica de otras criptomonedas. Esta estructura pretendía darle mayor confianza al usuario final, haciéndola útil para operaciones cotidianas y atractiva para comercios [Webisoft: Visión general sobre Libra Coin] [Corporate Finance Institute: Libra Cryptocurrency].
Los usuarios podrían interactuar con Libra a través de monederos digitales, principalmente mediante “Calibra” (más adelante rebautizado como “Novi”), lo que permitiría comprar, guardar y enviar tokens desde Facebook Messenger, WhatsApp o una app independiente [Blank Rome: Facebook anuncia nueva criptomoneda Libra].
Una promesa ambiciosa que encontró resistencia
Libra nació con una visión poderosa: fomentar la inclusión financiera al facilitar pagos y remesas internacionales con bajos costos. La idea era empoderar a millones de personas marginadas del sistema financiero tradicional. Pero esa misma ambición encendió las alarmas entre reguladores, bancos centrales y legisladores alrededor del mundo. Las preocupaciones se centraban en la privacidad, el control monetario nacional, el cumplimiento de normativas contra el lavado de dinero (AML) y, sobre todo, en el enorme poder que Facebook ya ejercía sobre los datos personales.
Muchos cuestionaban si una empresa privada —y particularmente una con el historial y alcance global de Facebook— debía tener influencia sobre una moneda digital transaccional. El proyecto enfrentó obstáculos regulatorios imposibles de sortear, lo que llevó a su transformación en “Diem” y finalmente a su cancelación en enero de 2022 [Corporate Finance Institute: Libra Cryptocurrency].
El legado que dejó Libra
Aunque no logró despegar, el paso fugaz de Libra dejó huella:
- Impulsó el interés por las stablecoins: Generó un auge sin precedentes en este tipo de activos digitales, tanto desde el lado tecnológico como desde el regulatorio.
- Fomentó el debate global: Aceleró las conversaciones internacionales sobre monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDCs), identidad digital y marcos para pagos transfronterizos.
- Expuso los desafíos empresariales: Puso sobre la mesa tanto las oportunidades como los riesgos que implica la incursión del sector tecnológico en las finanzas.
Hoy, las enseñanzas que dejó Libra siguen siendo relevantes para gobiernos, empresas y usuarios. Si te interesa entender más a fondo por qué este proyecto tan ambicioso fracasó, puedes leer este análisis del Yale Journal on Regulation.
Seguridad, confianza del usuario y el rol clave del monedero físico
La experiencia con Libra también sacó a relucir un dilema central en el universo cripto: ¿cómo pueden los usuarios proteger sus activos digitales frente al creciente control corporativo y estatal? En un entorno donde cada vez más personas entran al mundo blockchain, contar con herramientas seguras bajo control directo del usuario se vuelve crucial.
En este contexto, el monedero físico OneKey se presenta como una opción sólida y open-source para quienes buscan gestionar sus criptomonedas sin depender de terceros. A diferencia de los monederos custodios integrados en plataformas masivas, dispositivos como OneKey garantizan que las claves privadas —y por ende el control real sobre tus activos— permanezcan únicamente en tus manos. Para quienes comparten la visión original detrás de proyectos como Libra pero priorizan seguridad y autonomía, este tipo de soluciones son esenciales dentro del ecosistema cripto moderno.
Hacia lo que viene
Aunque ni Libra ni Diem lograron concretarse como proyectos funcionales, marcaron un antes y un después en el camino hacia nuevas formas de dinero digital. Hoy vivimos un momento clave donde stablecoins, CBDCs e iniciativas blockchain open-source continúan evolucionando rápidamente. La industria es más madura; los usuarios están más informados; y los marcos regulatorios avanzan con mayor claridad.
La misión por construir un sistema financiero más accesible, seguro e inclusivo sigue vigente. Y ahora más que nunca —con las herramientas adecuadas y conocimientos sólidos— cada persona puede tomar parte activa en dar forma al futuro financiero global.